jueves, 29 de octubre de 2009

Capítulo 1 - Parte 4

Mientras corrían, Eve y Priscilla mantenían una pequeña conversación.

-¿Porqué no me esperaste en el laboratorio como acordamos? - sigue hablando Eve - Ya sabías que me iba a tardar por hacer cuentas de las reparaciones de mi casa, después de aquel incidente.

-Pero yo no tuve la culpa, tu eres la culpable por vivir en ese chiquero, ya sabes que odio las cucarachas.

-No me has repondido a la pregunta.

-Ya te lo dije, tenía que darte el medallón. Como ya la ceremonia había terminado y se estaban vendiendo las cosas rápido tenía que avisarte.

-Bueno en eso tienes razón, gracias por eso.

En ése instante llegan al final del bosque (afortunadamente a los animalejos no les dio por perseguirlas al verlas correr). Se podía ver la gigantezca obra artquitectónica a la que se refería el título de el Laboratorio. Era un edificio muy grande e imponente, con varios estilos mezclados, total el edificio era tan grande que varios arquitectos se encargaron de hacerlo, y tal fue la descoordinación que dieron origen al... imponente (de nuevo)... laboratorio, aunque lo que más causaba el efecto era su horripilante diseño.

Al entrar, estaba un poco mejor, habían tantas cosas que la construcción en sí no se veía (éstos investigadores de hoy en día). Miles de aparatos sin sentido y de chatarras sin uso aparente hacían su debut ante los ojos de Eve, ella había venido anteriormente al laboratorio, pero siempre parecían renovar las chucherías.

Luego de admirar los pasillos repletos de cachibaches, llegaron al fin a un pasillo, que se desplegaba en tres puertas. La primera era para personal autorizado, cosas como la bodega (la denominada de esa forma, ya que el laboratorio en sí se podía calificar como tal), los cuartos de investigación, las oficinas de los investigadores... ése tipo de cosas había por ahí. La segunda puerta era un estilo de tienda, donde se podían obtener los últimos avances tecnológicos, entre ellos lo que buscaba Eve, hechizos de magia. La tercera puerta eran salas de uso común, por ejemplo la que necesitarían visitar después de comprar el hechizo, la sala Magi, el único lugar donde se podía usar el hechizo comprado para posibilitar su uso por parte de la persona.

En el lugar de compras vieron a Jill, amiga de Priscilla, atendiendo el sitio. Jill era una persona amable y serena, con un sentido del humor bastante balanceado. De cabello azul claro, ojos tranquilos y cafés también (de un tono claro). Su rostro es un espejo fiel de su personalidad.

Al verles llegar, les hizo un gesto de saludo, bienvenida...

-Hola Jill, hemos llegado un poco tarde, ¿no?

-No se preocupen, aún quedan algunos buenos hechizos, como el Valkea, Liekki inclusive, o algunos de magia blanca, Cura, Anti, incluso quedan de Restaurar, creo que era lo que ibas buscando ¿no Eve?

-Si, gracias. Qué suerte que todavía queden... -como muestra del alivio, Eve replicó de esa forma.

-Aunque me gustan más los hechizos de viento, es una sorpresa que queden todavía de Liekki, es una magia de fuego muy popular -dice Priscilla.
-Talvez ya pasó de moda -dijo Eve.

Entonces Jill, en modo de sugerencia...

-Bien, es hora de ir a la sala de Magi, ¿no es así?

-¡Claro! Tengo que llegar a casa a estrenar mi hechizo, además de comprar algunos materiales. El hechizo Restauración no sale del aire...

-Tanto problema por venir aquí y ésto es todo... -Priscilla, con un tono de aburrimiento- ¿porqué no mejor inspeccionamos el lugar?

-Ummm... Talvez un rato, para no perder el viaje- respondió Eve.

Jill también respondió:

-Yo en cambio me quedaré aquí. Dentro de poco terminaré mi turno, así que no se vayan sin mí.

Dieron un hasta luego a Jill y se dirigieron a la sala Magi. Al llegar a la puerta de salas, tomaron la primera puerta, con el rótulo que decía obviamente "Sala de Magi". Era una sala un poco fúnebre, aunque un poco más ordenada que las demás, todavía habían artilugios extraños aquí y allá. Al entrar a la sala, una señorita se les acercó. Tenía una mirada intrigante, era un poco bajita, con ojos rojizos y de cabello azul oscuro, un color de pelo bastante común. Al acercarse a ellos...

-Así que... eres tú una de las muchas personas que quieren unir los poderes mágicos a su ser. ¿Lista estás? -dijo la señorita. Su forma de hablar era extraña, al parecer le gustaba ordenar las palabras al azar...-que no vendrás a el tiempo perder supongo, que así la ceremonia inicie.
(Continuará...)

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